viernes, 18 de octubre de 2019

La revolución de los idiotas Por Guillermo Del Valle Alcalá

La revolución de los idiotas 

Por Guillermo Del Valle Alcalá 

Una foto inmortaliza el instante: un rider de Uber Eats trata de pasar entre las barricadas de la identidad. Está ocurriendo. Barcelona, España. El capitalismo más salvaje campa a sus anchas, imperceptible para los devotos de la frontera.
Porque de eso va, una vez más, este asunto. De fronteras imaginarias, no aquellas otras que, mal que bien, aceptaron las revoluciones democráticas como decantaciones históricas – arbitrarias, potencialmente superables en un mañana más justo, sí – cuya funcionalidad imperativa tenía validez, pues era la de garantizar dentro de las mismas unidades de justicia y distribución donde se ejercieran derechos y no se reverenciaran mitologías. Las otras fronteras, las étnicas, las de la pureza de sangre, las que asolaron a sangre y fuego medio mundo, para cualquier ser humano limpio de mente son el último eslabón de la indignidad. Por eso sueña con ellas una ideología tan obscena y nauseabunda como el nacionalismo.
El fuego y las barricadas, dicen algunos despistados, son los símbolos de otra Semana Trágica. Pero como dijo Marx, la segunda vez la Historia siempre se repite como farsa. No hay obrerismo aquí, sólo nacionalismo. Y es que las barricadas de la identidad son tan ajenas a cualquier reivindicación social que, ante los ojos de sus fieles, los derechos del explotado rider que trataba de abrirse paso entre las mismas para ganarse una ínfima retribución no son ya secundarios, sino directamente inexistentes.
La prioridad de los manifestantes, espoleados por un gobierno derechista y neoliberal que con una mano les pide que aprieten y con otra les reprime, es hacer sonar bien fuerte la voz del supremacismo tribal: nosotros frente a los otros. No porque seamos de una clase social oprimida o subalterna y luchemos por unos derechos, sino porque nacimos aquí o allá y eso nos hace diferentes, mejores, hasta tal punto de creernos ungidos de la escalofriante potestad de privar a millones de personas de sus derechos, de la condición de posibilidad para ampliar esos derechos. Ya saben: la indignidad de tener el alma controlada por la geografía, como dijo Santayana. Como participamos de una especial identidad, podemos romper el Estado, privatizando lo que es de todos, el territorio político. El privilegio frente a la igualdad. La reacción en marcha.
No hay nacionalismo de izquierdas, aunque en el erial de la falsa izquierda española se siga buscando, como aguja en un pajar, semejante imposible. Porque el nacionalismo es ontológicamente reaccionario. Una ideología enemiga del concepto de clase social, de cualquier reclamación de índole social, de cualquier noción redistributiva. Una ideología que sueña con ciudadanos convertidos en extranjeros, que entiende que un andaluz o un extremo no se merecen la solidaridad y la redistribución de un catalán o un vasco. Algo tan aberrante solo puede estar a la altura moral de la Liga Norte. A la altura del subsuelo, donde la degradación ética todo lo invade. De una liga norte en sentido amplio, la liga norte de allí – hoy Lega, la de Salvini, ya saben, el socio de Vox que apoya a nuestros racistas locales – y la de aquí. Porque en eso, en la querencia reaccionaria, no hay fronteras que valgan.
El supremacismo y el racismo étnico no pueden admitir condenas asimétricas, un no a Salvini pero un sí a Torra. Al menos si nos tomamos mínimamente en serio la hermosa proclama de la Internacional, esa que algunos amnésicos, autodenominados de izquierdas, desprecian cada día: el género humano es la Internacional. La Internacional nacionalista solo cabe en la cabeza de un psicópata, o en la de un impostor. Pueden elegir.
La superstición a la que se apela resulta ya totalmente inútil: seduzcámoslos, nos dicen. Seducir a los que anhelan un apartheid contemporáneo es una idea aberrante. Porque a quien desprecia los más desfavorecidos, al que practica un infame supremacismo para con sus iguales, a quien no quiere redistribuir con los demás españoles esgrimiendo un discurso de pureza étnica, al reaccionario en definitiva, no se le puede rendir pleitesía. Hay que combatirle política e ideológicamente, sin titubeos.
Mientras ignoran la precariedad a la que contribuyen sus políticas neoliberales, mientras implementan recortes sociales brutales y privatizaciones por doquier, mientras saquean las arcas públicas para construir su alambrada étnica, trabajan contumazmente contra cualquier noción de internacionalismo y solidaridad. Exigiendo, en el culmen de la hipocresía, impunidad. Como los peores potentados de la Historia, el estatus de intocables. Así son los devotos de la identidad. Lo peor de la peor derecha. Pero lo peor no es esa derecha nacionalista y racista que ha tomado las calles. Lo peor, lo más triste, es que unos descerebrados usurparon la izquierda para justificar sus desmanes, y hoy todos sufrimos las consecuencias del despropósito.
¿Revolución? Será la revolución de los idiotas. No olvidemos la magistral canción de Georges Brassens: todos los idiotas han nacido en alguna parte.
Fuente:
(https://diario16.com/la-revolucion-de-los-idiotas/)

jueves, 3 de octubre de 2019

Golosina de criminales Por Francisco Silvera




24 horas - Golosina de criminales


Por Francisco Silvera - 03/10/2019 

Mientras se debate sobre un Sistema Educativo, el oscurantismo gana. Ya saben que mi técnica de análisis es voluntariamente burda, ampliar para ver mejor y rascar la excrecencia. Por supuesto que debemos hablar sobre ello, pero la clave de que ese “sistema” funcione tiene mucho que ver con la naturaleza de los conceptos enseñados por los enseñantes… Sin trabalenguas: no consiste en intermediar entre el discente y el libro de texto, a veces precisamente la labor profesoral es la contraria, desmontar lo que dice ese libro de colegio, también conocido como “tradición”.

Ahora que vienen las elecciones confirmo la tesis que voy defender hoy una vez más: el Estado son ellos. Mientras en los colegios e institutos se enseñe toda esa basura ideológica de España o Catalunya, sólo debemos arrojarnos a la cara el interior de los cubos para tener razón. La idea de Estado me molesta o lo mismo o más que la de una monarquía: este lavado de cerebro que impartimos en las clases como Historia no es más que una gigantesca trola encaminada a justificar las luchas que por intereses privados han mantenido un grupo de privilegiados… eso sí, a veces heroicos, intelectualmente elaborados (como las carnes mechadas) y luchadores en el guion de sagas más interesantes que la mayor parte de las series que conocemos.

Hace falta ser muy tonta, tontísimo, para no ver cómo se ha reactivado el “asunto catalán” en 24 horas, justo el tiempo en el que la convocatoria electoral ya no tenía remedio. Somos víctimas de esta patulea de irresponsables históricos que van a terminar generando el capítulo de los libros futuros sobre las nuevas guerras de independencia.

Por supuesto que me creo que los espías catalanes han colaborado, por supuesto que me creo que los políticos españoles pescan el voto en la confrontación, por supuesto que los espías nacionales construyen pruebas estratégicas organizadas por la política, por supuesto que me creo que la sentencia puede estar mediatizada, por supuesto que me creo que haya jueces dependientes e independientes… por creer creo hasta la posibilidad de que todos se hayan reunido para pactar un 155 y que gane el mejor, como caballeros, porque todos tienen algo que sacar incluso para justificar una derrota.

Yo me creo todo y nada me creo. No tengo el horizonte de mi vida en la idea de España y su futuro, pero siguiendo el argumento consecuentemente ¿de verdad la de Catalunya como entidad histórica es superior en algún sentido a la basura hispana citada? ¿Ese horizonte está más justificado? Me da igual lo uno o lo otro, en ambos casos yo (usted) sería sólo una pieza reemplazable para unos idiotas que pretenden dirigir la ficción (mientras obtienen beneficios monetarios, políticos, psicológicos, etc.) de lo que significa un país.

Un país no es más que un marco jurídico. Llamar Cultura a las tradiciones es exageración, eso de la unidad en el destino me huele a nazi venga de dónde venga. Siéntase como le dé la gana pero ¿no ven que nos están manipulando? Yo calificaría como paso, en una dirección mejor, al hecho de superar la noción de patria, pueblo o nación en las aulas, eso nos obligaría redefinir el Estado. Si regolfamos a la idea ilustrada de la ciudadanía (incluso de Voluntad General), con los papeles en la mesa: no ha existido Estado hasta que los gobiernos ha sido decididos por esa ciudadanía soberana.

Esto es, con perspectiva, y no es la primera vez que lo escribo, la historia de los Estados europeos se limitaría a una media de 100 años, exagerando mucho (recordemos a las sufragistas), porque de ahí hacia atrás la narración histórica es la de un crimen organizado sistemático; la Iglesia, la Nobleza y buena parte de las fortunas actuales deberían estar agradecidas de que la memoria histórica real no exista. ¿Son nuestros Estados la deriva de esa injusticia? Vale, pero sea el pragmatismo, nunca volver a repetir errores tales como los nacionalismos, golosina de criminales.

Es por ello que mientras debatamos la burocratización de la Enseñanza en vez de promover a docentes críticos que lleven a reflexionar a las olas de juventudes que se incorporan a la vez que morimos otras, los mismos vencen una y otra vez porque están consolidando la esencia del conservadurismo, o sea: que el cambio no es posible y que siempre ha sido, es y será todo igual…

El Humanismo: la no violencia, el conocimiento, el castigo sin opción vinculado a la rendención, la dignidad humana individualizada y la libertad de expresión, la protección de los inocentes… son la solución. Lo cierto, empero, es que por lo que veo quizá me angustio atinadamente… porque si algo parece sacar uno en claro estudiando Historia es que la maldad gana siempre.

( Fuente: https://diario16.com/24-horas/ )

viernes, 14 de septiembre de 2018

Académico estadounidense derrumba el mito sobre que Pinochet mejoró la economía chilena


Académico estadounidense derrumba el mito sobre que Pinochet mejoró la economía chilena


"El 'milagro económico' que Milton Friedman atribuyó a Pinochet es una de las más grandes falsas narrativas de la historia económica moderna", explica el norteamericano Michael Ahn Paarlberg en su columna.

(https://www.cnnchile.com/economia/academico-estadounidense-derrumba-el-mito-sobre-que-pinochet-mejoro-la-economia-chilena_20180913/)

La contribución de la dictadura de Augusto Pinochet en la economía chilena ha sido ampliamente debatida a través de los años, sobre todo a nivel internacional.

En los días en que se conmemoran los 45 años del Golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende, esta idea volvió a circular a través de redes sociales. Ante esto, nuestro medio asociado BioBioChile destacó una columna que desmitifica el rol de Pinochet en el éxito económico del país.

Según afirma el profesor de ciencias políticas de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia, Michael Ahn Paarlberg, en una columna para The New Republic, “el ‘milagro económico’ que Milton Friedman atribuyó a Pinochet es una de las más grandes falsas narrativas de la historia económica moderna”.

“El milagro que él (Friedman) supervisó fue sólo una serie de ciclos de auge y depresión: dos periodos de rápido crecimiento que se precipitaron hacia dos profundas depresiones”, agrega.

En el texto se detalla que las reformas de libre mercado impulsadas a mediados de los 70, llevaron a que Chile tuviera la segunda tasa de crecimiento más baja de toda Latinoamérica.

Incluso, el desempleó alcanzó el 20% y los sueldos bajaron un 35%, con respecto a los que habían en 1970 y la pobreza llegó al 40%.

Asimismo, Paarlberg indica que el crecimiento promedio del producto interno bruto per capita fue menor al 2%, lo que contrasta con las cifras conseguidas en los gobiernos de la Concertación, asegurando que “el verdadero milagro económico chileno ocurrió después de Pinochet, bajo gobiernos democráticos de izquierda”. 

El académico agrega que gran parte del crecimiento económico del país se basó en las exportaciones que realizó Codelco en esos años, empresa que, bajo su perspectiva, nunca fue privatizada “porque, por ley, el 10% de todas las ganancias de la minera estatal van directo al presupuesto militar del país”.

“Entonces tenemos que esa historia del crecimiento basado en las exportaciones descansaba sobre todo en las espaldas de una enorme (y tremendamente lucrativa) empresa estatal”, sintetiza.



martes, 1 de mayo de 2018

Dolina Sobre La Meritocracia Y El Esfuerzo


El neoliberalismo necesita gente pobre, es falsa la idea de que si todos nos esforzamos vamos a ser los dueños de una empresa .La meritocracia es una fábula fomentada por el capitalismo y el neoliberalismo, e implica la sospecha de que los pobres no hicieron lo suficiente para estar mejor..Básicamente me parece detestable. Se parece mucho al calvinismo. Se parece mucho a creer automáticamente que el que tiene es porque lo ha logrado, porque es mejor que el que no tiene. El tener es una bendición divina, dirían los calvinistas”,
En general en los Estados Unidos se piensa mucho así. De algún modo se justifica moralmente la posesión de bienes, tenga el origen que tuviere. Asi que yo no puedo estar con eso. Justamente el sentido del Estado es socorrer a los que menos tienen, no importa porqué tengan menos sino importa que tienen menos.Algunos tendrán menos ¿porque no trabajan? Me parece una solución muy fácil al conflicto social. Tenga por seguro que la mayoría de los que no tienen es porque están sosteniendo a los que sí tienen.
A mi no me parece que los Lehman Brothers hayan conseguido todo lo que tienen merced a un puro ejercicio de la excelencia, de la honradez…tampoco dígo lo contrario, aunque podría decirlo...
Creer automáticamente que el que tiene es porque hizo méritos y el que no tiene es porque no se esforzó; o sea, creer que la explicación del conflicto social clásico es la fábula de la cigarra y la hormiga es demasiado inocente. Por lo menos inocente.

Alejandro Dolina.-

Alejandro Dolina En "La Venganza Será Terrible", 07/05/2016

Dolina, Reflexión Sobre Esfuerzo Y Meritocracia, 13/05/2016


viernes, 10 de noviembre de 2017

Por Qué Me Tengo Que Callar? (Por Eduard Punset)

¿Por qué me tengo que callar?

Por EDUARD PUNSET

          Por primera vez en mucho tiempo, recuerdo los primeros diez años de mis ya largos ochenta y uno, cuyo aniversario celebro justo hoy, 9 de noviembre. Lo celebraré en la Vilella Baixa, perdida y bella localidad catalana donde mi padre, médico rural, estrenaba el fragor de su juventud curando apoplejías olvidadas por toda la comarca del Priorat, mi patria chica: la Vilella Baixa, la Vilella Alta, Gratallops, La Figuera...

Sin embargo, la de mi padre, Eduard Punset Alegrí, fue una generación que luchó mucho para superar la guerra. La Vilella Baixa quedó destrozada. El país estaba arrasado y, sin embargo, ellos nunca hablaban de la guerra, nunca. La de mi padre fue una generación muda, silenciosa y muy, muy trabajadora. Cuando cumplí los diecisiete, me envió estudiar a Madrid, para que aprendiera a hablar bien el castellano de una puñetera vez, según dijo. Mi padre lo hacía por una simple cuestión de conocimiento y cultura. Era su obsesión, que estudiara. Sin embargo, recuerdo que, en la universidad en Madrid, al comienzo, me avergonzaba hablar en castellano en público, por mi acento catalán, si bien el castellano lo aprendíamos en la escuela. Lógicamente, en el recreo hablábamos en catalán. Era mi lengua materna y esto se lleva muy adentro. Es imborrable. Estos días, una persona del pueblo me comentaba lo mucho que me parecía a mi madre. Me ha hecho reflexionar. No me lo habían dicho nunca. Mi madre, Maria Casals Roca, murió bastante joven. El recuerdo se fue difuminando con los años. Sin embargo, me doy cuenta de que la llevo muy adentro, tanto como la lengua y el acento en que me hablaba. ¿Aún me pregunto ahora de qué me avergonzaba en Madrid?, pero me hizo ilusión que me dijeran que me parecía tanto físicamente a ella. En realidad, me doy cuenta ahora de que fue en Madrid donde empecé a aceptar un montón de cosas, sin que me importaran las consecuencias ni el qué dirán. Contra el mutismo paterno, que tantos compartirán, la nuestra fue una generación, al menos unos pocos, que de repente empezamos a hablar. Discutíamos y luchábamos por nuestras ideas, clandestinamente, desde lenguas y acentos diferentes. Lo recuerdo bien por dos motivos: porque esto supuso mi exilio y porque desde entonces, desde el momento (1958) en que tuve que salir de España llevo siempre el pasaporte encima. Siempre. Aunque sólo sea para salir un momento a comprar un poco de pan, nunca olvido mi pasaporte. Cuando me lo preguntan, invariablemente, respondo lo mismo: “Por si de repente tengo que volver a salir del país”. Nadie piensa en eso, pero yo lo he vivido y por eso siempre llevo el pasaporte encima. Estos días vuelvo a pensar otra vez mucho en todo esto. Me tuve que ir porqué algunos, por aquel tiempo aprendimos a hablar sin complejos, sin avergonzarnos de nada y con todas sus consecuencias.

Me acuerdo especialmente del episodio que provocó mi exilio; se produjo por haber lanzado unas cuantas octavillas en un partido de fútbol -a favor de una supuesta huelga general pacífica-, o por haber intentado organizar un pequeño homenaje a un científico republicano exiliado. Probablemente me buscaban por las dos cosas. El recuerdo que sí mantengo intacto es la llamada telefónica que me salvó la vida, justo cuando cerraba la puerta de la habitación de la pensión donde vivía en Madrid: “No vayas a la reunión por qué la policía te está esperando en la tasca donde has quedado”. Tomé la decisión en un instante, cogí el pasaporte, compré un billete hasta Burdeos y me fui. Desde entonces, nunca más he salido de casa sin él. A Manolo López, abogado laboralista y dirigente de los cuatro estudiantes comunistas que estábamos en la universidad, le pillaron: ocho años de cárcel y torturas. Éramos miembros del Partido Comunista de España y la reunión formaba parte del comité de coordinación universitario. A partir de 1959 fui exiliado político en Ginebra, y luego en París un par de años. Después pasé ocho en Londres, donde me ofrecieron trabajo, estudios, afecto.

Durante mi exilio descubrí dos hechos importantes que no he querido olvidar nunca. El primero, el sabor de la libertad; adquirí conocimientos de multitud de personas y a partir de una gran diversidad de ideas y opiniones. Poder viajar, y sobre todo estudiar, es algo maravilloso. Te saca de la cueva. Definitivamente. El segundo hecho importante, sin el cual seguramente no hubiese podido saborear el primero, fue descubrir el enorme salto democrático que suponía la separación absoluta de poderes, tan sólidamente implantada en mis países de acogida, Francia, Alemania, Estados Unidos, Inglaterra... para entender en toda su magnitud las democracias modernas, Montesquieu (Del espíritu de las leyes, 1748), el inventor de la separación entre los poderos Judicial, Ejecutivo y Legislativo es sublime, simplemente ¡fantástico!

Por estas dos razones, cuando Adolfo Suárez me propuso formar parte de su gobierno no lo dudé. Yo era el primer comunista que ocupaba un ministerio después de la muerte de Franco. Acepté porque confiaba. Siempre pensé que España compartía con Alemania varias cosas, pero sobre todo que los dos países formaban parte de las grandes potencias europeas que habían cometido el error histórico de sucumbir la una, electoralmente, al nazismo y la otra, recurriendo a una guerra civil, al fascismo. ¡Qué inocencia la mía! Estaba convencido de que el recuerdo de la Guerra Civil perviviría, a pesar del paso de los años. Creía que tanto España como Alemania llevarían en su alma aquel recuerdo; en términos históricos, no hacía falta ser hijo de aquella Guerra Civil para estar condicionado por ella. Para tranquilidad de la gran mayoría, en teoría, se llevarían a cabo las reformas y revoluciones a favor de un nuevo estado de cosas. Ahora me doy cuenta de que nos quedamos a medio camino, en favor de una transición que algunos calificamos de “benevolente”.

Debo reconocer que estaba equivocado, aunque sea lícito haberlo condicionado todo para favorecer la búsqueda del equilibrio social entre la seguridad y la reforma, tratar de incluir y satisfacer toda la diversidad de este país... pero todo esto nunca llegó.

Ahora, me veo de nuevo cincuenta años atrás. Estos son días de reflexión, también de tristeza y movilización. Hay quién me ha dicho que para qué me meto, y que qué necesidad tengo de hablar. ¿Y, por qué me tengo que callar? Nosotros, que tuvimos que aprender a hablar de nuevo. Nosotros, que conseguimos salir de la jaula y formarnos en el exterior porque aquí ni tan siquiera nos dejaban opinar. Yo, que tuve la suerte inmensa de lanzarme al mundo para aprender de tanta gente increíble, de la mano de científicos de todo el planeta que precisamente se atrevían a hablar de temas que a nosotros nos avergonzaban, sexo, suicidio, primates, ¡El origen de la vida! ¡Cómo empezó todo! Con el programa Redes de Televisión Española, conseguimos llevar la ciencia a toda una generación. La mayor ilusión de mi vida fue el día en que una chica se me acercó en la calle y me dijo: “Quiero que sepa que decidí estudiar Física gracias a Redes”.

Y, a pesar de todo, no consigo separarme de mi pasaporte. No puedo parar de pensar en Montesquieu y en la dichosa separación de poderes. Desgraciadamente, la separación de poderes en España no existe. Debo admitir que la “transición benevolente”, de la que tanto nos llenamos la boca, aceptó también renunciar, al menos por el momento, a la famosa división de poderes en el Congreso como sistema de representación pública; esto fue así, entre otras cosas, porque entre los políticos de entonces ninguno aceptaba que el Poder Judicial no fuera elegido también por ellos mismos. Recuerdo conversaciones mantenidas con políticos de carácter benevolente a los que intenté convencer de que una cosa no podía ir sin la otra. Lo había aprendido en el exilio. Y así estan la cosas: aún vivimos en un país donde alguien puede ir a parar a la cárcel por sus ideas políticas. ¿Y por qué me tengo que callar? Hoy, en Vilella Baixa, me acordaré de mis padres, de aquella generación muda que optó por el silencio y se obsesionó con nuestra formación; y beberé, en silencio, por la libertad, por los amigos Oriol, Jordis, Josep, Joaquim, Jordi, Raül, Dolors, Meritxell y Carles, que, de nuevo, están otra vez en la cárcel y que ¡quiero que saquen ya!

(fuente: http://www.lavanguardia.com/politica/20171109/432721596226/eduardo-punset-presos-callar.html)

jueves, 21 de septiembre de 2017

Entrevista A Alain Badiou

Entrevista a Alain Badiou, filósofo

"Debemos sacar nuestro propio balance de las experiencias del pasado"

Philippe Stroot y Raffaele Morgantini
Investig’Action
Traducido del francés para Boltxe Kolektiboa por Beatriz Morales Bastos.
01-07-2017

El mundo va mal. La nueva crisis sistémica del capitalismo depredador se ha transformado ahora en una crisis de civilización que nos lleva directamente a darnos contra la pared. Las alternativas progresistas tardan en afirmarse en el tablero político, incapaces como son de engendrar verdaderos movimientos emancipadores. Por lo tanto, ¿cómo hacer frente a una clase dominante organizada, decidida y que dispone de todos los recursos?

Philippe Stroot y Raffaele Morgantini (Investig’Action) han entrevistado al filósofo militante Alain Badiou para que nos esclarezca los nuevos retos globales y los desafíos futuros: la idea del comunismo, la «crisis» de los emigrantes, la izquierda y la derecha, el papel de los medios de comunicación, la democracia…

Pregunta: Profesor Badiou, a los medios les gusta presentarle como El profesor comunista francés, como si se trata de una especie en vías de extinción. ¿En qué punto están las ideas comunistas en Francia y en el mundo en 2017, cien años después de la Revolución de Octubre?

Creo que la hipótesis comunista y la experiencia comunista están en un estado de extrema debilidad en todo el mundo. Y, como es natural, Francia no es una excepción. Y lo están tanto más cuanto que son objeto de confusiones considerables. Por ejemplo, el partido en el poder en China se sigue denominando «Partido Comunista» aunque a todas luces se trata de una potencia capitalista emergente que se dispone a disputar la hegemonía mundial a Estados Unidos. Otro ejemplo de este tipo de paradoja: en Francia tenemos un Partido Comunista que todavía subsiste, el PCF, pero que fuera de su nombre nunca pronuncia la palabra «comunista».

Pagamos el precio, inevitable históricamente, del fracaso de los grandes Estados comunistas. Más concretamente, el fracaso de lo que se puede denominar el «comunismo de Estado», es decir, la hipótesis según la cual el comunismo se puede instalar en una figura cuyo agente político principal (incluso único en la lógica estaliniana) es el Estado. El comunismo de Estado se ha hundido en todo el mundo y, por lo tanto, la hipótesis comunista está por el momento reducida a sí misma, reducida a su estatus de hipótesis política e histórica. A veces afirmo que en virtud del desarrollo de la historia en espiral, como decía Hegel, hemos vuelto a una situación que en cierto modo se parece a los años 1840-1848, cuando la hipótesis comunista debía ser formulada, argumentada y apoyada antes incluso de que se le pudiera pedir ser una gran fuerza política y tener proyectos estratégicos. Ante un escepticismo muy fuerte se debe volver a formular y trabajar todo lo que atañe a la palabra «comunismo». Tenemos que sacar el balance de los fracasos, de las debilidades y de los errores.

Se puede entender que muchas personas, incluso de buena fe, estén tentadas de decir que lo más sencillo sería abandonar cualquier uso, incluso hipotético, de la palabra «comunismo». Pero, simplemente, hoy no veo a qué llevaría el abandonarlo si no es, en definitiva, a unas formas diversas de adhesión al orden establecido. No creo ser ciego o testarudo al afirmarlo. Estoy totalmente dispuesto a aceptar que otra hipótesis pueda tener una virtud emancipatoria superior, pero no la veo. Por consiguiente, he decidido conservar la palabra «comunismo» diciéndome que asumiría su carácter escandaloso, menospreciado y casi infame. A fin de cuentas, ¿no es totalmente natural que nuestros amos, y la opinión dominante que ellos controlan, declare infame aquello que llama a destruir los cimientos de su poder?

P: Acaba de recordar que China ya no era comunista y tampoco Rusia, a pesar de lo cual la hostilidad de Occidente respecto a ellos es peor incluso que durante la Guerra Fría. ¿No demuestra esto que la lucha contra el comunismo disimulaba sobre todo el odio del Imperio y de sus vasallos por cualquier Estado que no se somete a su voluntad?

Creo que, en efecto, detrás del anticomunismo declarado hay viejas rivalidades imperialistas. A mí mismo me sorprende mucho la actitud de los gobiernos franceses, que son particularmente agresivos con una Rusia que ya no es en absoluto comunista. Por consiguiente, estaría bastante tentado de contestar «sí» a su pregunta teniendo en cuenta, sin embargo, que debido a sus orígenes y a su argumentación el anticomunismo ha desempeñado a pesar de todo un papel no desdeñable en este enfrentamiento.

Durante décadas, entre 1917 y, digamos, 1989, hubo un enfrentamiento ideológico planetario que al menos tenía la ventaja de mantener con vida la existencia de dos hipótesis concernientes al futuro de la humanidad: la capitalista imperialista y la comunista internacionalista. Actualmente está absolutamente claro que el argumentario oficial del antagonismo con la Rusia de Putin es la oposición entre «democracia» y «dictadura», en definitiva, entre capitalismo autoritario y capitalismo liberal, y ya no es en absoluto la oposición entre capitalismo y comunismo. Por lo tanto, se ha vuelto a esquemas que ya eran clásicos en el enfrentamiento interimperialista en el siglo XIX. Incluso durante la guerra de 1914 la propaganda antialemana era sobre todo una propaganda según la cual nosotros éramos la República y los alemanes eran Guillermo II, la vieja monarquía, los bárbaros, etc.

Por último, creo que el antagonismo entre capitalismo y comunismo, es decir, la existencia estratégica de dos vías en lo referente al destino de la humanidad, se ha mantenido vivo a pesar de todo durante bastante tiempo, aunque en parte haya estado sobredeterminado por unos enfrentamientos interimperialistas que finalmente han prevalecido. Por lo que se refiere a la situación actual, ya no se puede justificar por medio del anticomunismo. Resulta difícil pretender que Putin es un comunista convencido. Más bien asistimos al retorno de esa antigualla que es la oposición entre, por una parte, los Estados que se pretenden modernos, liberales y democráticos (es decir, las ciudadelas del imperialismo mundial) y, por otro, los países que sin duda están totalmente metidos en el juego capitalista pero que Occidente trata de describir como un tanto bárbaros. Lo que se designa así son los recién llegados al mercado mundial, que preocupan mucho a un Occidente cansado y que teme que su hegemonía mundial se debilite irremediablemente.

Finalmente, el antagonismo hacia la Rusia de Putin y la China de Xi Jing Ping es a fin de cuentas el clásico antagonismo entre quienes están bien situados en la dominación global y quines tratan de conquistar un buen puesto en ella.

Así fue (y no es muy tranquilizador, hay que decirlo) la relación de Francia e Inglaterra con Alemania en el momento de la guerra de 1914. Alemania desempeñaba exactamente el papel de Putin hoy afirmando «quiero mi sitio, quiero mi sitio en vuestros negocios y sobre todo en vuestros negocios coloniales». Y lo que se dijo entonces de los alemanes es exactamente lo que hoy se dice de Putin: horribles, terribles, bárbaros, etc. Hoy la inquietud se apodera de los Estados del viejo Occidente imperial, sobre todo, de los más débiles. Francia forma parte de estos Estados, ya no es una gran figura e Inglaterra tampoco. En dos guerras mundiales y decenas de millones de muertos Estados Unidos les ha robado el papel. Así que estos Estados debilitados están particularmente preocupados porque lo que los recién llegados del mercado mundial y de las operaciones guerreras querrían ocupar es su sito con el fin de prepararse para acabar ocupando el primer puesto. Evidentemente, toda esta cocina neoimperialista está muy lejos, hay que decirlo, de la idea de la que hablábamos al principio, es decir, de la existencia de dos vías estratégicas concernientes al devenir de la humanidad.

P: Los medios de comunicación dominantes equiparan la noción de soberanismo (que resurge con vigor por todas partes, tanto en la izquierda como en la derecha) con el nacionalismo burgués y a la xenofobia. ¿Considera posible construir una soberanía al servicio de los pueblos? ¿La soberanía nacional es compatible con el internacionalismo? Cuba, por ejemplo, ¿no es a la vez el país más solidario del mundo y el más independiente políticamente?

Plantean una pregunta extremadamente interesante y que es objeto de un gran debate actualmente. En todas partes se discute, sobre todo en la extrema derecha y en la extrema izquierda, acerca de una vuelta a la soberanía nacional. ¿Qué quiere decir? En el caso de Francia se trataría de no depender ya ni de la protección militar y nuclear estadounidense ni de la solidez de la economía alemana. Las consignas son claras: salir de la OTAN y salir tanto de la Unión Europea como del euro. No tengo una opinión definida respecto a saber cuáles van a ser, desde ese punto de vista, los caminos de la hipótesis comunista. Sin duda sabemos que cuando esta vuelva a tomar cuerpo y vuelva a ser una política desarrollada lo hará en alguna parte. Una política nueva no se establece de pronto como una fuerza mundial preconstituida. Evidentemente, no se puede excluir que las nuevas orientaciones de la política comunista estén localizadas. ¿Dónde? Dejemos la pregunta abierta.

No obstante, lo que afirmo sin la menor duda es que todo repliegue sobre una soberanía nacional que esté totalmente separada de la hipótesis comunista, e incluso sea hostil a ella, solo haría el juego a unas fuerzas nacionalistas reaccionarias, incluso, fascistoides. Por consiguiente, el punto clave es el siguiente: sí, de acuerdo, existe la posibilidad de una localización transitoria, incluso nacional, de una experiencia de reactivación de las políticas de emancipación, pero a condición expresa de que se inscriba explícitamente en la hipótesis comunista y, por lo tanto, considere que su futuro solo está asegurado mundialmente. Ustedes citan el ejemplo de Cuba. Pero precisamente Cuba ha asumido a su manera la hipótesis comunista y la ha asumido hasta el final. Es incluso el último Estado del mundo que la ha asumido verdaderamente hasta el final. Nos encontramos así ante un caso, precisamente, de un país pequeño en la boca del lobo, en la boca del monstruo, que a pesar de todo ha resistido respecto a su independencia y que sigue haciéndolo, pero que lo ha hecho en el elemento de la hipótesis comunista.

P: Por lo que se refiere a la crisis de los emigrantes, ¿es una falta de solidaridad afirmar que es absolutamente necesario ayudarles a vivir correctamente en sus países en vez de hacerles venir por millones a Europa para reforzar este «proletariado nómada», por retomar su expresión, cuyas condiciones de vida son cada vez más precarias, incluso en los países más ricos?

Es evidente que a largo plazo, estratégicamente, la gran cuestión es la de la posibilidad de una transformación liberadora de los países de origen. En segundo plano de las migraciones de lo que denomino el proletariado nómada, esos millones de personas que erran por el mundo en busca de lugares en los que sobrevivir, evidentemente encontramos el hecho de que un continente entero, África, está sometido a la depredación capitalista más violenta. En última instancia, sin duda la verdadera cuestión que plantean estas emigraciones es la del proceso de emancipación y, por consiguiente, del renacimiento de la hipótesis comunista, en los países concernidos.

Desde ese punto de vista yo esperaba que Sudáfrica podría desempeñar un papel dirigente en revolucionar la situación africana, pero no ha sido el caso. En realidad en Sudáfrica hemos asistido al advenimiento de una burguesía negra que comparte el antiguo poder de los coloniales blancos y abandona a las masas a su pobreza y a su sumisión forzadas.

Así las cosas, otro aspecto de la cuestión es que el capitalismo siempre se ha apoyado en un proletariado nómada. Conocí una época, en las décadas de 1950, 1960 y 1970, en que se hacía venir aviones enteros de obreros de Marruecos y de Argelia. Actualmente probablemente hay en Francia entre 6 y 7 millones, como mínimo, de obreros, de hijos e hijas de obreros, algunos de los cuales hoy se encuentran reducidos al estado de parados por la desindustrialización nacional, de quienes hay que afirmar que, efectivamente, son proletarios y cuyo origen nacional es tal o cual país africano, de Oriente Próximo o asiático…. Estas personas, estas familias, son proletarios, existen y son de aquí.

Por lo tanto, pienso que hay dos aspectos en su pregunta. En primer lugar, hay que apoyar y ayudar a todo aquello que pueda significar emprender un proceso político de emancipación y de liberación en los países dominados. Es tanto más necesario cuanto que las liberaciones nacionales de los años sesenta con frecuencia fueron mistificaciones. En muchos países que han sido colonizados hay gobiernos «nacionales» que en realidad son agentes de tal o cual imperialismo o corruptos que se aprovechan de las rivalidades interimperialistas. En contra de todo ello se tienen que alzar los movimientos progresistas a los que apoyaremos. Por otra parte, también debemos impedir las persecuciones discriminatorias, racistas y de otro tipo respecto a las poblaciones que están aquí, a veces desde hace mucho tiempo, a veces de tercera generación, y que no han hecho sino llevar a cabo a nivel mundial la clásica emigración del campo a la ciudad y del campesinado al proletariado. Hay dos aspectos concernientes a esta cuestión: un aspecto internacionalista y un aspecto nacional o local, y hay que tener en cuenta ambos.

P: Siempre respecto a la cuestión de los emigrantes, hoy en Europa es un reto fundamental para los medios de izquierda y progresistas. En su opinión, ¿en qué medida es importante articular la lucha del «proletariado nómada» instalado en Europa con las luchas sociales de los movimientos de izquierda? ¿Cuáles son, en su opinión, los retos y obstáculos en este tema?

Hay que tener en cuenta que en ciertos aspectos esta cuestión no es tan nueva como parece. Veamos, por ejemplo, la historia del proletariado francés en el siglo XIX. Durante mucho tiempo este proletariado estuvo constituido por lo que se puede denominar «emigrantes nacionales», que venían de Auvernia, de Bretaña o de lo más recóndito de los Pirineos, pero a quienes los habitantes de las grandes ciudades consideraban emigrantes. La mejor prueba es que tenían una cartilla de obrero. Desde esa época ha existido la cuestión de los papeles y de los obreros sin papeles. Si no tenías esa cartilla, la policía te podía enviar de vuelta al campo. No hay que olvidar que esta cuestión fue la motivación directa de la gran insurrección de junio de 1848: la consecuencia del cierre de los Talleres Nacionales, fábricas en las que estas personas trabajaban, fue que hubo que expulsar a todas ellas. Se rebelaron y con la represión del ejército tuvimos una de las mayores masacres obreras en las calles de París.

Las cuestiones políticas son a menudo menos nuevas de lo que se cree. La cuestión de los emigrantes no es sino la ampliación a nivel mundial del problema general de la procedencia de la fuerza de trabajo obrera. Las personas ya no vienen solo de Auvernia o de Bretaña, sino que vienen de África, Oriente Próximo, Asia, Europa central… Huyen así de las mortíferas guerras civiles y tratan de protegerse. La consideración progresista (ni siquiera comunista, sino progresista) supone naturalmente que se integran estas circunstancias, aunque sin abandonar el hecho de que hay en sus países problemas políticos de la mayor importancia y que hay que tratar, estoy de acuerdo con ustedes en este punto. Hay que ser solidario en ambos frentes. Es una máxima en mi opinión fundamental, la vía por la que el proletariado (incluido, e incluso sobre todo, su componente nómada) se constituye como fuerza política en nuestros países. Yo mismo me ocupé mucho de las fábricas en las décadas de 1960 y 1970. Trataba con muchas personas marroquíes, argelinas, malíes, senegalesas, mauritanas… En ese sentido, incluso la creación de núcleos comunistas dentro de las fábricas era a su manera una actividad internacionalista. Y además también hay que mostrarse solidario con estas personas en lo que concierne a las luchas que se llevan a cabo en sus países y en las que podrían participar.

Insisto en el hecho de que el proletariado siempre ha sido nómada en un sentido porque la propaganda trata de presentar todo esto (los refugiados, los viejos jubilados argelinos, los jóvenes parados de origen africano) como un fenómeno completamente nuevo, una invasión del país por parte de personas a las que no se conoce, etc.

Pasé mi infancia en Toulouse, que era una ciudad poblada de proletarios españoles que habían huido en la guerra civil cuando los republicanos vencidos se replegaron en el sur de Francia. Puedo asegurarles que se decía de estos refugiados españoles, en su mayoría cristianos, exactamente lo mismo que se dice hoy de los marroquíes, los sirios o los malíes, en su mayoría musulmanes. Así, por medio de la opinión pública en mi infancia aprendí que los españoles no eran como nosotros, que eran unos bárbaros. Lo que más se aportaba como prueba del hecho de que no estaban verdaderamente civilizados es que no sabían qué era una bañera y que creían que ahí era donde se ponía el carbón. Son historias significativas en lo que respecta al racismo social. Hoy se afirmará de buen grado que la prueba de que los árabes son unos bárbaros es que sus mujeres e hijas llevan un pañuelo en la cabeza. ¿Quizá estas mujeres desconocen qué es una boina o un paraguas?

En realidad, la constitución del proletariado siempre ha sido problemática desde el punto de vista de la estupidez nacionalista, la mentalidad torpe y violenta de las «identidades» que se creen superiores. En la Inglaterra del siglo XIX, otro ejemplo, se adoptaron unas leyes extremadamente feroces respecto a lo que se puede denominar los «emigrantes interiores». Cualquier persona que no pudiera decir de dónde venía, a dónde iba y por qué podía ser colgada por el delito de vagabundeo. Como he mencionado, en nuestro país existía la cartilla del obrero: en cuanto la situación económica lo exigía se devolvía a la gente a su pobre provincia.

Ahora bien, esto es exactamente lo que ocurre en Francia. Desde hace décadas mi país sufre los efectos en el pueblo de una desindustrialización enconada. En una veintena de años, no más, se ha desmantelado el sistema general de las grandes fábricas que rodeaban París. Evidentemente, esto creó un paro generalizado, incluidos los jóvenes. Cuando se tiene a una persona cuyos abuelos fueron obreros aquí y que ha nacido ella misma en Francia, lo mismo que sus padres, ¿se la va a enviar al sur de Marruecos? ¡Es completamente aberrante!

Todas estas viejas cuestiones siguen siendo cuestiones fundamentales del progresismo moderno y, por supuesto, de la reconstrucción de una política comunista.

P: En una entrevista reciente de la periodista Aude Lancelin usted afirmaba en esencia que las promesas incumplidas eran consustanciales a la política. ¿La solución no es el referéndum revocatorio, propuesto por Jean-Luc Mélenchon y ya aplicado en algunos países de América Latina, que permite cuestionar por medio de un referéndum el mandato de los cargos electos que hagan lo contrario de lo que prometieron, como François Hollande, por ejemplo?

Sí, sería interesante. Pero puede que a pesar de todo siga siendo un tanto intraparlamentario, un poco demasiado ligado al sistema electoral dominante. Se trataría solo de una especie de juicio público de las promesas incumplidas. Además, se podría imaginar que estuviera organizado por la oposición. Por ejemplo, sería muy extraño ver a la derecha francesa provocar una votación con el tema «Hollande no ha cumplido sus promesas».

P: Pero, a fin de cuentas, el pueblo es quien decide si es o no el caso…

Sí, pero el pueblo electoral es una noción bastante confusa. Entre el pueblo electoral y el pueblo político hay una diferencia capital: el pueblo electoral también se compone de muchas personas indiferentes o sumisas. Incluso son la mayoría.

Estoy totalmente de acuerdo en llevar a cabo una campaña sobre el hecho de que la promesa incumplida es una figura absolutamente constitutiva de la vida política actual y que si hay quien padece particularmente esta enfermedad, es la izquierda. A lo largo de mi historia personal he tenido contacto de manera casi sistémica con las promesas incumplidas del Partido Socialista. Entré en política cuando tenía 18 años porque a principios de 1956 el Partido Socialista había tomado el poder con la consigna «Paz en Argelia» y tres meses después enviaba allí un contingente, llevaba a cabo ahí la guerra sin piedad, autorizaba la tortura, etc, etc. Aquello empezó así. Hollande pertenece a esta familia.

P: Precisamente, cuando personas como Hollande y Valls se pretenden de izquierda, aunque no lo sean en absoluto, y no digamos ya Macron, que afirma no ser ni de de derecha ni de izquierda, ¿no aparece ahora una nueva división entre los partidarios del Estado y de la propiedad colectiva (la verdadera izquierda), y quienes quieren privatizarlo todo?

Evidentemente es el debate central y la razón por la que, como decía, en cierto modo hemos vuelto a una época arcaica de la existencia de la «izquierda» (si se debe mantener esta manida categoría electoral) puesto que la cuestión del mantenimiento o no de la dictadura de la propiedad privada vuelve a ser absolutamente central. Es un criterio imponente aunque determinante de lo que constituye una orientación nueva, es decir, comunista.

Hay que reconocer que la última existencia formalmente aceptable de la «izquierda» en Francia fue la elección de Miterrand en 1981 porque el programa común que unía a los socialistas con los comunistas «ortodoxos» todavía era un programa muy crítico de la propiedad privada. Contenía unas medidas bastante radicales como, por ejemplo, la casi nacionalización de la totalidad del crédito y de los bancos. Hay que ver en ello el efecto de un último arranque programático del Partido «Comunista» antes de entrar en una prolongada agonía.

Este arranque solo duró dos años, después se acabó. Aquello ocurrió hace cuarenta años. Después nadie en el espacio parlamentario ha propuesto atacar al capital. Recuerdo que el propio Jospin, primer ministro socialista, había respondido en un tono absolutamente altivo cuando unas delegaciones obreras acudieron de la fábrica de Michelin en vías de desindustrialización a pedirle que nacionalizara esta fábrica: «¡De todos modos, no vamos a volver a la producción administrada¡». Había añadido que ni siquiera había que hablar de ello. Por consiguiente, hemos vuelto a la época en la que finalmente esta idea elemental, que estructuró la esperanza comunista durante dos siglos y que consistía en afirmar que la tarea prioritaria era atacar la dictadura del capital y la propiedad privada, está completamente desaparecida del espacio parlamentario desde hace unos cuarenta años. En efecto, cualquier política comunista debe volver a situarla en el centro de las discusiones y de los procesos organizados.

P: Quisiéramos abordar ahora la cuestión de los medios de comunicación. Al tiempo que la prensa occidental, controlada casi toda ella por multimillonarios, denuncia la desinformación que practican todas aquellas personas que piensa de otra manera se dedica a hacer una propaganda sin precedentes tanto sobre cuestiones internacionales como cuando hay elecciones nacionales, como acabamos de ver en Francia. ¿Qué piensa usted de quienes dicen ahora que los medios son el segundo poder, después de las finanzas pero por delante de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial?

No es falso. Sin embargo, quisiera precisar que entre los medios de comunicación y el poder político hay más una relación de horizontalidad que una relación jerárquica que subordine los políticos a los caciques de la información. En definitiva, es evidente que a pesar de todo los medios siempre están más o menos obligados a designar su clientela política favorita. En Francia, por ejemplo, periódicos como Le Monde y Libération están obligados a mantener un barniz de centro izquierda, en el sentido parlamentario, no necesariamente en el que le damos ustedes y yo. Centro izquierda quiere decir algo que se parece a Macron o en todo caso algo que va de Macron a Hollande pasando por Ségolène Royal. El poder mediático es un poder tanto más determinante cuanto que en Francia, singularmente, el gran capital ha comprado el conjunto de los periódicos de gran tirada, con lo que no podemos espera de ellos sino lo que es favorable al gran capital. Pero en el mismo seno de este gran capital hay divisiones porque el viejo capitalismo más familiar, más provinciano, está vinculado a la derecha tradicional, a la de quienes apoyaban a Fillon y que están muy vinculadas a esta orientación política. En cambio, resulta sorprendente ver que los grandes proveedores de fondos de Macron son más bien personas como Niel, que pertenece al mundo del gran capital informático. Siempre ha habido una proyección política del hecho de que frente a un capital arcaico se despliegue un capital «moderno», cuyos paladines consideran que sería arriesgado para el propio capital fiarse ciegamente de unas tendencias extremadamente de derecha, sobre todo en el plano social, en el plano de la evolución de las costumbres. De modo que el reparto mediático de las opciones políticas y, tras ellas, de los grandes capitalistas, no se refiere en absoluto a las cuestiones generales de la gestión económica, a propósito de las cuales evidentemente están de acuerdo, sino sobre las cuestiones sociales. Es absolutamente evidente que personas como Macron u Hollande no ven inconveniente alguno en que exista el matrimonio homosexual o en que las mujeres sean ministras. Consideran que más vale ir en esta dirección, que eso no supone peligro alguno para la dictadura del capital y que incluso crea una pequeña clientela suplementaria. En mi opinión, es una de las razones de la grave crisis del partido de derecha dominate en Francia. En el fondo Juppé representaba una salida semiliberal, mientras que Fillon dio un golpe de Estado en el seno de la derecha movilizando durante las primarias al personal militante de la manifestación antihomosexual, lo más profundo de la reacción tradicional, del viejo petainismo burgués. Dio un golpe de Estado en el interior del partido republicano y eso provocó la catástrofe general y la necesidad de hacer surgir a Macron como muñeco político «nuevo».

Estoy de acuerdo en que actualmente los medios, el personal político y las finanzas se encuentra todo ello en un sistema de conexiones extremadamente estrecho. Pero creo que también hay capitalistas que consideran importante que la dictadura capitalista pueda presentarse como moderna y no esté demasiado estrechamente ligada a las fuerzas sociales exageradamente conservadoras, católicas, racistas, etc. Por consiguiente, existe un conflicto interno dentro de la derecha entre modernidad y tradición. Macron será elegido como «moderno».

P: La propaganda mediática trata de desacreditar a quien no le gustan utilizando indiscriminadamente términos negativos como «populismo», pero también «dictadura», «totalitarismo» e incluso «terrorismo». ¿No cree usted que actualmente vivimos en un régimen caracterizado por el totalitarismo del dinero, la dictadura de los mercados e incluso el terrorismo de las agencias de calificación contra ciertos Estados?

Sí, por supuesto, creo que todas estas palabras despectivas se podrían volver contra sus autores, sin la menor duda. Por ejemplo, se ve que unos gobiernos socialistas ordenan graves acciones de discriminación policial. Yo mismo, que desde mi más tierna infancia lucho contra los socialdemócratas, me he quedado estupefacto al ver que las funciones de Valls han consistido en explicarnos ¡que un problema muy grave de Francia era el de las personas nómadas de origen rumano! ¡Era inimaginable! Y que diera instrucciones para que se destruyeran los campamentos de estas personas. ¿Era esa la cuestión fundamental del nuevo primer ministro socialista de Francia? Sin duda se puede aplicar a este Valls una de las palabras de ustedes acaban de mencionar y muchas otras. La logomaquia despectiva utilizada por los medios se podría volver perfectamente contra los propios medios y contra quienes son sus servidores. Habría que tratar de hacer que la opinión pública dejara de consentir este tipo de lenguaje y vocabulario. Incluso he criticado el uso desenfrenado de la palabra «atentado» porque en realidad el atentado de los anarquistas rusos contra el zar, por ejemplo, no tiene nada que ver con los asesinatos en masa de unos locos. Creo que la rectitud del lenguaje político, su precisión, es algo que hay que conquistar y salvar.

P: Le hemos oído decir que no vota desde 1968, desengañado por la oleada reaccionaria que siguió a los acontecimientos de mayo. ¿Quiere eso decir que no cree en la posibilidad de un cambio verdadero por medio de las urnas y qué solución alternativa preconiza entonces usted para tratar de cambiar el mundo?

En Francia el parlamentarismo se estableció progresivamente en el siglo XIX y su victoria definitiva data de la Tercera República, es decir, de 1875. Desde esta fecha a día de hoy, ¿qué valor progresista o qué posibilidad de cambio efectivo ha puesto a la orden del día el parlamentarismo? Se basó en la represión de la Comuna de París en 1871. Ahí fue donde los primeros republicanos se afilaron los dientes, por así decirlo, con 30.000 obreros muertos en las calles de París. Después llevó a cabo las expediciones coloniales más feroces de nuestro país y comprometió a Francia en la guerra de 1914, gigantesca masacre donde se adoptó la costumbre de contar los muertos por millones, pero que no sirvió de nada puesto hubo que empezar otra vez veinte años después. Una cámara republicana, elegida regularmente, es la que dio plenos poderes a Pétain. En mi juventud fue una cámara socialista la que emprendió la guerra de Argelia. Se podrían citar muchas otras «hazañas» de este tipo de las que ha sido culpable nuestra famosa República, ya se trate de la Tercera, de la Cuarta o de la Quinta. Por ello no veo interés alguno en estudiar los proyectos de la Sexta República, propuestos por Lordon o Mélenchon.

Finalmente, solo veo en total tres aparentes excepciones en siglo y medio que pudieron hacer creer por un instante que las elecciones eran capaces de otra cosa.

La primera es el Frente Popular en 1936. Su elección suscitó algo de naturaleza muy diferente: la primera gran huelga general de obreros franceses. Hay que señalar que eso no es puramente electoral. Y Blum, primer ministro electo, escribió negro sobre blanco que había recibido esta huelga «como una bofetada», es decir, como algo que, en efecto, no obedecía a las reglas del juego. El Frente Popular suscitó grandes esperanzas, se votaron leyes sociales, pero aquello terminó en 1937, ¡al cabo de un año había acabado! Terminó debido a unas decisiones deplorables, como la de no intervenir en la guerra de España o cosas por el estilo, mientras que Blum anunciaba, exactamente como hará más tarde Mitterrand, que era «la pausa». Y la pausa quería decir el final. Y esta misma cámara, que había votado las reformas de 1936, es la que en 1940 votó otorgar plenos poderes a Pétain. Esta es la primera excepción.

La segunda excepción fue la cámara constituida tras la Liberación, en 1944-45. Entonces tuvimos un gobierno en el que participaban comunistas y una burguesía francesa totalmente desacreditada por haber apoyado a Pétain y la colaboración durante toda la guerra. Una vez más se aprobaron leyes sociales, algunas de las cuales continúan en vigor todavía hoy, aunque se cuestionan e incluso están en vías de ser eliminadas. Se nacionalizaron algunos sectores cuyos patrones habían trabajado con los nazis, pero se empezó a privatizarlos en la década de 1980. Esta experiencia de 1945 acabó en 1947. En esa fecha los comunistas abandonaron el gobierno y se acabaron o se enterraron las reformas.

Por lo que se refiere al tercer episodio, fue la elección de Mitterrand en 1981 con un programa que, como he dicho, comportaba por primera vez varias cosas importantes concernientes a la propiedad de los capitales. Pero apenas dos años después había terminado ese paso anticapitalista. El gobierno Balladur desmanteló totalmente todo el programa de la «izquierda unida». Y que yo sepa, Mitterrand en absoluto vio un posible motivo de dimisión en echar abajo todo lo que había anunciado y empezado a construir. Es más, en adelante no hizo nada en esa dirección, no volvió a nacionalizar nada, ¡a pesar de que todavía permaneció once años en el poder!

Por consiguiente, en primer lugar constato que el régimen electoral francés fue el autor, ya fuera con la izquierda o con derecha en el poder, de una sucesión ininterrumpida de cosas espantosas. Y, en segundo lugar, que en total hubo tres excepciones, que duraron como máximo dos años y cuya herencia se ha aniquilado totalmente. Por lo tanto, no tengo razón alguna para creer que las elecciones puedan proponer algo de positivo a un verdadero militante comunista. No puedo creer que un movimiento electoral pueda encarnar la existencia de otra posibilidad, de otra estrategia. El parlamentarismo no es sino la fórmula política ajustada a la dominación capitalista.

Por consiguiente, vuelvo a mis consideraciones iniciales: en primer lugar hay que formular claramente una hipótesis alternativa y a continuación hay que organizar directamente a la gente en torno a esta. Si en un momento determinado se considera útil entrar en el juego electoral es una cuestión de oportunidad, pero a todas luces solo puede ser una decisión táctica, no puede ser una decisión estratégica. No se puede hacer con la esperanza de que como se ha elegido a unas personas se ha ganado la partida o se puede ganar ahora. Eso va a depender exclusivamente tanto del movimiento de masas y de su nivel de conciencia y de pensamiento como de la fuerza de sus organizaciones. Se puede utilizar la palabra «revolución» si se quiere. En todo caso va a depender de la política colectiva, de la política organizada y de las grandes revueltas obreras y populares, a una escala cada vez mas internacional porque el propio capitalismo es internacional y en ese aspecto vamos con retraso respecto a él. Todavía seguimos muy encerrados en lo nacional. Los grandes capitalistas están cómodos en Shanghai, San Francisco o Buenos Aires, pero nosotros no lo estamos tanto políticamente. Y, en todo caso, creo que hay que acabar con el mito de la democracia electoral, incluido en la opinión pública e incluso sobre todo en ella.

P: En su último artículo usted afirma que uno de los elementos sin el que nunca se pondrá fin a nuestra actual servidumbre frente al sistema capitalista es una organización sólida con vistas a establecer los elementos constitutivos de la vía comunista. Afirma que eso representa un punto vital en la constitución de una alternativa progresista válida a largo plazo. En su opinión, ¿cuál es el elemento central que falta a las organizaciones de la izquierda radical, de los comunistas, para garantizar esta solidez organizativa de base?

Es un problema complicado porque me parece que la mayoría de las organizaciones que mantienen con vida la hipótesis comunista en el mundo lo hacen sin haber establecido completamente el balance de lo hecho en el pasado. Como si en cierto modo ellas garantizaran una continuidad. Esta continuidad puede ser una continuidad estalinista, trotskista, maoísta, pero me parece que lo que falta (y me hago este reproche a mí mismo) es un balance la experiencia comunista del siglo XX que sea un balance progresista, es decir, que no sea el mismo balance que el del enemigo, pero que tampoco sea la idea de que podemos pura y simplemente continuar. Los Estados socialistas del siglo anterior no lograron desplegar completamente la hipótesis comunista y hacerla irreversible históricamente. Nosotros mismos debemos sacar las enseñanzas de este fracaso, reteniendo también lo que estuvo bien hecho, incluso lo que fue notable. Personalmente creo que la Revolución de Octubre fue un acontecimiento sin precedentes en la historia. Es la primera vez que se emprende la construcción de una sociedad que no esté bajo la dictadura de la propiedad privada. ¡No se había emprendido desde el Neolítico! Lo digo en serio, es un proyecto que no había existido desde el Neolítico porque la propiedad privada no es simplemente el capital, la propiedad privada existe desde siempre, desde la aparición de los Estados. Por consiguiente, hay que continuar en ese sentido, extrayendo de lo que ha tenido lugar su carácter creador e innovador. Pero al mismo tiempo es necesario que nos rindamos cuentas a nosotros mismos, y que rindamos cuentas a la gente, de las razones internas del fracaso. Por supuesto, ha habido presión externa, presión capitalista, lo que no impide que todo se haya desmoronado y tenemos que saber por qué. Es necesario que quienes continúan sepan por qué y que, por lo tanto, encuentren sus propias razones para continuar sabiendo qué ocurrió realmente, proponiéndolo y explicándoselo a la gente. Ahora bien, es evidente que todo esto gravita en torno a la cuestión del Estado. Creo que en cierto sentido estas empresas han sido contrarias a la hipótesis general marxista que era la de una decadencia del Estado. Se trataba de empresas violentamente estatales que entendieron la dictadura del proletariado como la dictadura del propio comunismo, lo que no es en absoluto lo mismo. Así pues, creo que debemos tener nuestra propia conciencia histórica.

Sobre ese punto, el segundo episodio sin precedentes en la historia es la Revolución Cultural en China. ¿Por qué? Porque, precisamente, puso a la orden del día la cuestión del comunismo en su difícil relación con la del poder del Estado. Durante años la juventud estudiante y millones de obreros actuaron, pensaron y escribieron en un desorden extremo pero extremadamente movilizador para rectificar el curso de las cosas y animar el devenir comunista. Finalmente fracasaron, pero es imperativamente necesario partir de su experiencia.

Hoy en día lo que domina la opinión pública y, de hecho, una opinión sumisa al tiempo que inquieta, es que ha interiorizado un «balance» del comunismo hecho por quienes siempre han sido enemigos jurados del comunismo. Este supuesto balance se resume en una máxima: «No existe una política comunista, no ha existido y nunca existirá».

Pues bien, ya veremos.



Fuente de la primera parte: http://www.investigaction.net/entretien-avec-alain-badiou-12-nous-devons-tirer-notre-propre-bilan-des-experiences-du-passe/

Fuente de la segunda parte: http://www.investigaction.net/fr/entretien-avec-alain-badiou-22-democratie-et-medias/

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228598

domingo, 3 de septiembre de 2017

Abuelita Abuelita, Qué Tintori Tan Grande Tienes!!

Lilian Tintori recaudando fondos para el médico de su abuelita
(Idea del post y seleccion de imágenes: C.Portomeñe)








domingo, 3 de mayo de 2015

TRILATERAL: EL GOBIERNO INVISIBLE DEL MUNDO


TRILATERAL: EL GOBIERNO INVISIBLE DEL MUNDO
(http://www.xn--revistaaocero-pkb.com/secciones/conspiraciones/trilateral-gobierno-invisible-del-mundo-0)

Entre los think tanks (laboratorios de ideas) más poderosos, que dirigen la política mundial tras la bambalinas, además del Bilderberg, destaca la Comisión Trilateral, a la que el periodista Bruno Cardeñosa le dedica un capítulo en su libro «El gobierno invisible» (Espejo de Tinta, 2007), del cual extractamos el siguiente texto. 
Por Bruno Cardeñosa

El viernes 17 de mayo de 2007 tuvo lugar en Bruselas la cita que más hombres y mujeres poderosos ha reunido en toda la historia de la humanidad. Y no es una exageración. En total, entre empresarios, ideólogos y políticos había 350 invitados, de los que destacaban varios ex presidentes europeos y norteamericanos, ex directores de la CIA y miembros de los think-tank mejor situados en las esferas del poder. Eso sí, pese a la lista de ilustres que se «fugaron» de sus países para ocupar al completo el hotel que se había reservado al efecto, en los medios de comunicación apenas se supo nada, aunque en el plan de trabajo se planteaban asuntos de interés mundial. Y es que el secreto —y las extremas medidas de seguridad para proteger a los asistentes— es una de las señas de identidad de los encuentros anuales de la Comisión Trilateral.

Entre otros temas, uno de los directores de la reunión propuso a los asistentes tomar medidas para paliar los efectos del cambio climático, sin que ello supusiera penalizar los beneficios de las grandes empresas. Fue de los pocos temas que merecieron alguna nota informativa, pese a que muy pocos medios de comunicación decidieron dar luz verde a la nota distribuida por la agencia Associated Press. Quien hizo aquellas propuestas fue John Deutch, que había sido director de CIA entre 1995 y 1996, además de ser un respetado químico que ocupa el cargo de preboste del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y forma parte del equipo de directores de la empresa armamentística Raytheon y del banco Citigroup.

La propuesta del ex director de la CIA consistía en enfrentarse al cambio climático partiendo de la idea de que el daño ya estaba hecho, por lo que era necesario adaptarse al nuevo escenario. Por ello, planteó contaminar la atmósfera con aerosoles y situar en la estratosfera globos y espejos que retuvieran las temperaturas sin modificación, para así equilibrar el calentamiento con elementos propios del efecto invernadero. Además, abogó por provocar explosiones nucleares en las capas altas de la atmósfera, con objeto de generar una serie de resortes que estabilizaran la situación. También estableció la necesidad de obligar a los estados a aplicar un nuevo impuesto sobre los carburantes de un cuarto de euro por cada litro de gasolina. Por supuesto, el montante de dicha contribución de los usuarios debería ir a las arcas de la industria petrolera —la más contaminante— para que lo invirtieran en las medidas necesarias para hacer frente al calentamiento. Tal propuesta, no caben dudas, se hará realidad dentro de no muchos años.

EL HOMBRE MÁS PODEROSO DEL MUNDO

Pese a tener 91 años, aquel contubernio fue dirigido y liderado por David Rockefeller, el máximo representante vivo de la saga familiar más poderosa del siglo XX, además de fundador y líder de la Comisión Trilateral desde 1973. Se trata, sin lugar a dudas, de la multinacional de ideólogos más poderosa que existe en el mundo. No obstante, más de uno y de dos han llegado a considerar al grupo como el auténtico gobierno del mundo globalizado. Y hasta cierto punto no les falta razón, porque el propio Rockefeller dejó claro su principal objetivo al crear el grupo: «Sustituir la soberanía de los pueblos por una élite mundial de técnicos y financieros».

Todo empezó durante una reunión de dos días —23 y 24 de julio de 1972— en Pocantico Hills, una mansión propiedad de la familia Rockefeller que se encuentra a cuarenta kilómetros al norte de Nueva York. Por aquellas fechas, el magnate se había convencido de que empezaban nuevos tiempos, por lo que era necesario adaptarse a ellos para poder mantener el poder de las multinacionales. El entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, era un personaje incómodo para Rockefeller, especialmente tras la decisión de imponer la Nueva Política Económica en 1971. Aquella norma ataba de pies y manos a las empresas, al tiempo que el Gobierno se reservaba mayor poder, por ejemplo, para imponer topes en los precios de las cosas. «Ha llegado el momento de romper el asedio al que están sometidas las empresas multinacionales para poder movilizar la economía mundial», afirmó Rockefeller, quien, en cierto modo, se planteaba la necesidad de iniciar un proceso de liberalización de la economía.

Treinta años después, el mismo David Rockefeller se planteó la necesidad de fortalecer el gobierno discreto que pagaba de su bolsillo. Mandó a sus emisarios en busca de gente con unas ideas concretas que creía fundamentales para el mundo que se iba a enfrentar al fin del siglo XX. Fue entonces cuando supo de Zbigniew Brzezinski, un intelectual polaco nacido en 1928 que se fue a vivir a Estados Unidos con 25 años. Le contaron —tras conocerse el contenido de unas charlas suyas en un think-tank, la Brookings Institution — que era el hombre ideal, puesto que gran parte de su planteamiento encajaba con el que Rockefeller pretendía para su sociedad discreta.

EL PODER OCULTO EN EE UU

Brzezinski creía que había llegado la hora de recortar espacio de poder a las democracias y a los gobiernos en beneficio de las empresas. Además, preconizaba la caída del bloque soviético y anticipaba que la nueva realidad política debería adaptarse, en el futuro, a los cambios que en las sociedades iba a provocar la tecnología. Una vez que Rockefeller decidió que Brzezinski sería el ideólogo de la Comisión Trilateral, estableció las líneas de trabajo del grupo durante las dos jornadas de reunión en la citada mansión de Pocantico Hills en 1972. La mansión, también conocida por el nombre de Kykuit o simplemente como «el país Rockefeller», ocupa catorce kilómetros cuadrados, en mitad de los cuales se encuentra un inmenso edificio neoclásico de cuarenta habitaciones, si bien en sus alrededores hay otras edificaciones, archivos familiares, instalaciones estudiantiles e incluso un refugio nuclear. Ahí han vivido varios miembros del clan, que disfrutaban de invitar a personajes notables a las fastuosas cenas que se servían en los salones.

Todos los presidentes desde Johnson probaron las exquisiteces culinarias del servicio, pero también estuvieron allí Nelson Mandela, Kofi Annan, el rey Hussein de Jordania, Felipe González, etc. Un año después, David Rockefeller mantuvo encuentros con veintitrés presidentes de diferentes países del mundo para presentarles la idea. El objetivo era facilitar los lazos económicos y políticos entre los tres bloques en torno a los cuales debería erigirse un mercado financiero mundial: América del Norte, Europa y Japón. Por supuesto, había una agenda secreta. El planteamiento era que esos tres bloques formaran un eje, pero siempre bajo el control de EE UU. Del mismo modo, el apoyo a los países subdesarrollados se fundamentaba en convertirlos en títeres de los más avanzados, es decir, en «democracias gobernables». De hecho, en una de las primeras reuniones de la Trilateral, Brzezinski, ya nombrado director del grupo en Estados Unidos, predijo que el conflicto futuro ya no sería entre los países comunistas y el mundo occidental, sino entre los países desarrollados y los que no lo están. Así lo afirmó en la reunión mundial de la Comisión Trilateral de 1975 en Tokio. Y es que el pensador polaco había señalado que una de las misiones de la sociedad discreta era manejar los chantajes al Tercer Mundo.

Lo que la Comisión Trilateral preparó —con veinticinco años de adelanto— fue la llegada de la globalización. Sin embargo, sus planteamientos sirvieron para dibujar la globalización en sentido opuesto a cómo todos lo interpretamos en un primer momento. No buscaban un mundo sin fronteras, sino un mundo en el cual todos los países pudieran convertirse en un mercado natural para las empresas de los más poderosos. Después de la reunión de 1972 en la mansión Rockefeller y antes de que el grupo se presentara a la opinión pública en julio de 1973, el millonario y el «sabio» se reunieron en numerosas ocasiones —otra vez en el silencio de Pocantico Hills— para buscar a un candidato que se pudiera convertir en presidente de EE UU. Efectuaron varios informes y entrevistaron a numerosos candidatos hasta que dieron con el casi desconocido Jimmy Carter, que por aquel entonces había manifestado su deseo de ser candidato por el Partido Demócrata pero que, en realidad, apenas tenía apoyos. Todo cambió tras la decisión del contubernio trilateral y, de pronto, empezó a caer sobre la candidatura de Carter una lluvia de millones para financiar su campaña. Se había puesto en marcha la agenda secreta de los conspiradores… Ganó las elecciones y poco después el «Cartergate» estalló —aunque de forma controlada y sin estridencias—, cuando los medios de comunicación descubrieron que hasta veintiséis miembros de su equipo pertenecían a la Trilateral.


Durante el gobierno de Carter, el vicepresidente Walter Mondale, el secretario de Estado Cyrus Vance, el secretario de Defensa Harold Brown y el secretario del Tesoro Michael Blumenthal fueron miembros de la multinacional de ideas creada en la mansión del millonario. Es decir, cinco de los seis cargos más importantes del gobierno estaban en manos del poderoso think-tank. El que falta en la lista es el puesto de secretario de Seguridad Nacional. El sexto más importante y, en no pocas ocasiones, el auténtico motor de la política internacional. Durante la época de Carter ese cargo fue a parar a Zbigniew Brzezinski. ¿Alguien puede dudar de la influencia de este grupo en el poder político?

Muse - Uprising


domingo, 26 de abril de 2015

NO al TTIP

¿SABÍAS QUÉ ES EL TTIP?

El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP en sus siglas en inglés) es el nuevo modelo de tratado de libre comercio que se está negociando entre la Unión Europea y Estados Unidos desde junio de 2013, con la intención de crear la zona de libre comercio mayor del mundo.

¿Por qué ahora?
EEUU y la Unión Europea están perdiendo poder económico y político, y otros países, especialmente China, les están desplazando como mayores economías, exportadores y proveedores de inversión extranjera directa. El TTIP pretende por tanto consolidar los intereses geopolíticos y recuperar el poder y el protagonismo de ambas potencias, declarando una guerra comercial a países terceros.

¿Quién y cómo se está negociando?
De manera formal, por parte de la Unión Europea es la Comisión Europea quien tiene el mandato de las negociaciones; y de la otra, el propio Gobierno de EEUU. Sin embargo, desde su origen, son los grandes lobbies empresariales de un lado y otro quienes presionan y participan de manera activa en ellas: industria automovilística, farmacéutica y agroalimentaria, empresas de servicios, bancos, fondos de inversión…

Las negociaciones además, están produciéndose de espaldas a la población, con un alto carácter secreto sobre su contenido, y sin participación y apenas consulta a la sociedad civil, e incluso con mucha desinformación hacia los Gobiernos de los países de la propia UE.

¿Qué regulará?
Dado que los aranceles entre la UE y EEUU son ya muy bajos, este nuevo modelo de tratado se centra en la liberalización de todos los sectores y en conseguir una armonización legislativa, es decir, unificar leyes a ambos lados del Atlántico, con el fin de reducir costes y “retrasos innecesarios” para las corporaciones.

Un capítulo especialmente polémico es el de la protección de las inversiones, por el cual cualquier inversor privado internacional puede desafiar, ante tribunales internacionales poco transparentes, cualquier legislación (ambiental, laboral o social) que interfiera con sus beneficios. Por ejemplo, una moratoria al fracking (técnica muy contaminante de extracción de petróleo o gas) o una regulación sanitaria de sustancias tóxicas pueden ser objetos de demandas a los Gobiernos.

¿Qué supondrá?
Se ahondará en los recortes en los derechos laborales, justificados por la reducción de costes y basados en la política antisindical de EEUU (que no ha ratificado convenios de la OIT) y en las reformas laborales impuestas por la Troika [link a www.troikaparty.eu/es] (Comisión Europea, FMI, BCE).

La liberalización de cada vez más sectores económicos profundizará en las privatizaciones de servicios públicos, cuyas consecuencias ya son conocidas.
La armonización legislativa a la baja, aplicando la legislación más beneficiosa para las grandes corporaciones afectará a:
Políticas medioambientales y del derecho a la salud: se flexibilizará el uso del fracking, se aumentará la producción y venta de transgénicos, el uso de toxinas y sustancias peligrosas, entre otros, que cuentan con legislación más favorable en EEUU.
La agroindustria se verá favorecida en detrimento de las pequeñas explotaciones más sostenibles, y por tanto se resentirá la soberanía alimentaria y la calidad en la alimentación.
Sobre propiedad intelectual y uso y acceso a internet: se aplicará la legislación norteamericana que facilita la vigilancia cibernética y el acceso a datos personales, y pena el compartir archivos en la red; y además blindará las patentes, reduciendo por ejemplo la posibilidad de acceso a medicamentos genéricos.
Y a todo esto se añadiría, a través de los mecanismos de protección de las inversiones, que los Gobiernos se encontrarían maniatados para la puesta en marcha de las políticas públicas sociales y medioambientales destinadas a proteger a la ciudadanía, en beneficio del gran capital.

Fuente: http://noalttip.blogspot.com.es/
Desde: http://www.ecologistasenaccion.org/inf/ue/pregunta_15.html

VER TAMBIÉN: http://www.mayhemrevista.com/2015/04/18/ttip-la-ultima-frontera-de-la-globalizacion/

TTIP, El Golpe De Estado Que Se Está Preparando En Silencio


viernes, 17 de abril de 2015

Rato: De Familia De Rateros

Uy que vago que estoy.Iba a ponerme a investigar y escribir sobre la historia de éste estafador Rodrigo Rato, para celebrar que lo han encerrado por un rato (jo, que ocurrente soy).
Seguramente será un rato muy breve, porque ya sabemos que ésto es sólo para la galería.
Pero como dije, IBA a ponerme a escribir y después me dije a mi mismo lo de siempre:Todo ha sido escrito y mejor.Y además nadie lee tu mugroso blog, o casi nadie.
Y los que necesitan saber ésta información, menos van a venir por aquí.
De modo que alguien ha escrito ya hace tiempo lo que todos deberíamos saber desde hace mucho más tiempo aún.
Copio y pego.
A mis amigos un abrazo y a mis enemigos que les den pero bien dado.
Agur!

-Marcos "El vago" NuMaN, servidor-



El Clan Rato: De Rato y de ladrón, se viene de familia

Posted by RaulGB on Domingo, enero 13, 2013 
 (http://www.lacomunapresxsdelfranquismo.org/2013/01/13/el-clan-rato-de-rato-y-de-ladron-se-viene-de-familia/)
Foto: Ramón Rato Rodríguez San Pedro, Ramón Rato Figaredo y Rodrigo Rato: Uno de tantos viejos clanes de fascistas y estafadores del PP.

El Padre del Clan, Ramón de Rato Rodríguez-San Pedro nace en Gijón hacia 1907, heredero de una importante fortuna, procedente en parte de su abuelo Faustino Rodríguez-San Pedro- alcalde de Madrid en 1890 y ministro de Fomento de Antonio Maura en 1903- y en parte de su matrimonio con una hija de los Figaredo de Gijón.
Ramón fue condenado el 02/17/1967 por el Juzgado Especial de Delitos Monetarios, a tres años de prisión y dos multas de un total de 176 millones de pesetas por evadir dinero español en Suiza y dejar dos bancos en quiebra. Costumbres que vienen de lejos y que han hecho a Rodrigo Rato un especialista en el maquillaje contable, la especulación, el fraude y el robo.
Recientemente, el Supremo confirmó la sentencia por la que se reconoce como hija legítima de Alfredo Figaredo, tío abuelo del ministro, una enfermera jubilada, hija de una criada a quien, después de dar a luz del dueño, ingresaron en un convento y le robaron la hija.
A su lado fueron igualmente condenados Ramón Rato Figaredo -hermanísimo- a dos años de prisión y 44 millones de pesetas; Faustino Rato Rodríguez San Pedro -tío de Rodrigo por parte paterna-a una multa de cinco millones por cómplice
Estudió Derecho en El Escorial, se licenció en leyes, ejerció durante algunos años de juez e ingresó muy joven en la Academia de Jurisprudencia, tras ampliar estudios en Munich y recorrer Europa en los años 30 y volver impresionado por nazismo. En dos libros defender de manera entusiasta la Alemania Nazi. Durante el golpe fascista se integró con fervor y devoción en el equipo de propaganda de Franco.Fundó el club fascista Círculo Cultural Ramiro Ledesma Ramos y fue miembro de la ultra nazicatòlica Orden Hospitalaria de Jerusalén.

Participó en la fundación de la Radio Nacional franquista y ayudó a Manuel Aznar, el abuelo del genocida de Irak, a reactivar la cadena Ser Terminada la guerra, dejó la política para dedicarse de lleno a las empresas familiares y amasar una fortuna a base de corrupción.

Uno de los panfletos nazis de Ramón Rato.

En 1941 Ramón Rato adquirió, gracias a la magnanimidad del todopoderoso dictador, Radio Toledo. Fue la primera emisora ​​de lo que en pocos años se convertiría en la Cadena Rato, uno de los más importantes grupos privados de la radio española de todos los tiempos.
Pero Ramón se pasó mucho -de lo habitualmente aceptado aún entre la élite corrupta franquista- y fue condenado en 17/02/1967 por el Juzgado Especial de Delitos Monetarios, expediente 17, a tres años de prisión y dos multas de un total de 176 millones de pesetas para evadir dinero español en Suiza y quebrar dos bancos.
La familia Rato expolió dos bancos en los años sesenta
Ahora que Rodrigo Rato preside Bankia, cabe preguntarse si su objetivo es limpiar el mal nombre que dejó la actuación de sus familiares más directos tras causar la quiebra de dos bancos en el año 1966 o aplicar las técnicas financieras para hacerlo impunemente con sus socios de gobierno, como ya hizo en Caja Madrid.
A más de uno le puede entrar el pánico al recordar las aventuras del padre y el hermano del presidente del nuevo conglomerado bancario, Ramón Rato y Rodríguez San Pedro y Ramón Rato Figaredo. Los dos acabaron en la cárcel el 2 de noviembre de 1966, cuando un auto del juez Antonio Sánchez del Corral y del Río ordenó la detención de los dos familiares “por haberse comprobado la existencia de hechos susceptibles de ser calificados como delito monetario “.
Ramón Rato padre recibió la notificación de su arresto domiciliario el 3 de noviembre de ese año 1966, por la mañana. La policía le exigió que entregara el pasaporte español que había obtenido en el Consulado de París. Después, el padre de Rodrigo Rato ingresó en la madrileña cárcel de Carabanchel.
El drama de los Rato se redobló el 28 de noviembre siguiente, cuando el Consejo de Ministros se encontró sobre la mesa la inminente suspensión de pagos de tres bancos españoles. Los tres bancos afectados eran el Banco de Siero, el Murciano y el de Medina. Los dos primeros pertenecían a la misma persona: Ramón Rato y Rodríguez-San Pedro, que desde la cárcel de Carabanchel conoció la Propuesta de la Subsecretaría del Tesoro y Gastos Públicos que el Consejo de Ministros aprobó ese mismo día:
Como consecuencia de todo ello, el 01 de septiembre 1967 funcionarios de la Dirección General de Prisiones entregaron a Ramón Rato a la Guardia Civil, en las dependencias de la cárcel de Carabanchel, para su traslado a la prisión provincial de Almería con el fin de que cumpliera allí su condena por “contrabando monetario”.
A su lado fueron igualmente condenados Ramón Rato Figaredo-hermanísimo-a dos años de prisión y 44 millones de pesetas; Faustino Rato Rodríguez San Pedro-tío de Rodrigo por parte paterna-a una multa de cinco millones por cómplice; Ignacio Gutiérrez Ovejero, a una multa de 400.000 pesetas; Francisco Bengoechea Llorente, a una multa de 200.000 pesetas, y Emilio Señorena García, a una multa de 300.000 pesetas.
En cualquier caso, la sentencia firme del juzgado Especial de Delitos Monetarios establecía que Ramón Rato creó una «organización clandestina» en Madrid con la finalidad de evadir dinero y divisas en Suiza bajo la cobertura del Banco de Siero, propiedad del patriarca de los Rato . Para ello, fundó una sucursal de su banco en Ginebra bajo el nombre de Banque Siero. La policía descubrió que a través del Banco Siero «se extrajeron un total de 70 millones de pesetas de España que fueron depositadas en diferentes bancos suizos» (Diario 16, 17.3.1997).
Pasan los años y la cárcel, los chicos están ya criados y Ramón vende su imperio radiofónico: total 66 emisoras que son compradas por la ONCE-algo inaudito en una asociación de ayuda a los ciegos-en 1990, por unos 5.000 millones de pesetas de entonces.
Su chalet al final de la playa de San Lorenzo, en Gijón, fue su mejor refugio. Hoy está en fase de reciclaje. El negocio es el negocio. Y los casinos están al acecho. El padrino del clan murió el 27 de septiembre de 1998 en Madrid
EL CLAN RATO-Figaredo-SALAZAR SIMPSON
MARÍA ÁNGELES Rato Figaredo
Hermana. Participa del entramado empresarial de la familia en sociedades como Antigüedades Salamanca, Hispánica Arte, Oriente Express importaciones y Azca Arte, dedicadas a la importación y exportación de objetos de arte.
MARÍA ÁNGELES Alarcó CANOSA
Esposa. Es administradora de la sociedad Orient Express Importaciones.Además ocupa puestos de responsabilidad en empresas como Aguas de Fuensanta, Grupo Alimentario Exclusivas, Explotaciones Carabaña y Rodanman Gestión 3.
RAMÓN Rato Figaredo
Hermanísimo del primogénito. Dirige el más de medio centenar de empresas de los Rato Figaredo.
FELICIDAD SALAZAR-SIMPSON BOS (ichu)
Cuñada. Casada con el hermano de Rodrigo, Ramón. Participa en el negocio de la familia en diferentes sociedades inmobiliarias. Presidenta de la pintoresca Fundación Padre Arrupe
LUIS ALBERTO SALAZAR-SIMPSON BOS
Hermano de Felicidad Salazar-Simpson Bos. El presidente de Auna (Amena, Retevisión, Eresmas y Auna Cable), participa como socio en varias empresas de la familia, como Simpson, Euro Inversiones Agrarias y Constructora e Inmobiliaria Urbanizadora Vasco-Aragonesa.
JOSÉ FRANCISCO DE LA ROSA ALEMÁN
Cuñado de Rodrigo Rato. Casado con su hermana M ª Ángeles. Primo del empresario sentenciado por corrupción Javier de la Rosa. Preside cinco empresas familiares y es vicepresidente y consejero delegado en otras tantas. También actúa como administrador único en otras ocho empresas de los Rato Figaredo.
ANTONIO DE LA ROSA ALEMÁN
Hermano de José Francisco y por lo tanto, concunyat del susodicho Rodrigo. Por pura casualidad y sin que ni el propio interesado se lo puede imaginar, ha sido reelegido como consejero del Tribunal de Cuentas. Frenó la investigación al optimizador fiscal y ministro Piqué por la condonación del crédito concedido a Ercros. Este fue aprobado por la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, el responsable era Rodrigo Rato.
PATRICIA RATO
Sobrina. Patricia es hija de Ramón y Felicidad y quizás uno de los miembros de la saga más conocida debido a su matrimonio con el torero Juan Antonio Ruiz, Espartaco.
ROSARIO BLANCO (Figaredo): La criada violada, hecha monja y que le robaron la hija
Recientemente, el Supremo confirmó la sentencia por la que se reconoce a ésta como hija legítima de Alfredo Figaredo, tío abuelo del ministro. Enfermera jubilada, es hija de una criada a quien después de dar a luz, ingresaron en un convento y le robaron la hija.
Se dice Rosario Blanco, es hoy una enfermera jubilada que vive en Alicante y ya es de pleno derecho la nueva familiar (tía abuela) de Rodrigo Rato, después de que el Tribunal Supremo rechazara el recurso de casación presentado por los abogados de la familia del cacique Figaredo .
El Supremo ha ratificado por tanto la decisión de la Audiencia de Oviedo de declarar a Rosario hija de Alfredo Figaredo Herrero, patriarca de la familia y hermano de la madre del actual vicepresidente del Gobierno. Según la sentencia, la madre de Rosario Presentación Blanco, una joven humilde de la cuenca minera asturiana llegó a Oviedo en los años treinta para ganarse la vida sirviendo en alguna casa.
Después de quedar embarazada, fue ingresada monja y dio a luz a su hija Rosario, de la que fue separada a la fuerza. El procedimiento ha sido largo y ha implicado la exhumación del cadáver de Alfredo Figaredo, enterrado en el cementerio de Oviedo desde 1954.
Las pruebas de ADN practicadas por los expertos del Instituto Nacional de Toxicología-en dos ocasiones-revelaron la casi absoluta seguridad de que Alfredo Figaredo era el padre de Rosario, debido a la similitud entre la secuencia genética del fallecido y la de Rosario , pese a las alegaciones de los abogados que insinuaban los antecedentes de “esterilidad e impotencia”. El mismo Rodrigo Rato tuvo que acudir a los juzgados de Plaza de Castilla, donde negó conocer a Rosario Blanco ni que a su familia se hablara de tan clandestina historia.
La joven Rosario Blanco creció en Asturias en varias casas de familias adineradas del PP, incluso llegaron a llamarla Pepita Castro, con el apellido del matrimonio que la acogió y finalmente pudo conocer a su madre, monja de clausura hasta que murió.
Rosario Blanco (o Figaredo ya) es hoy una mujer jubilada, casada y con un hijo, Vicente, que acaba de recuperar su apellido. La sentencia del Supremo abre las puertas también para que pueda reclamar su parte del patrimonio familiar de los Figaredo, ya que su padre murió sin hijos conocidos y la esposa murió en 1988.
http://www.losgenoveses.net/Personajes% 20Populares/Rato/elpadredelclan.html
http://www.ramontijeras.com/actualidad/la-familia-quebro-dos-bancos-en-los-anos-sesenta/

EL MALEFICIO DE LA DUDA

EL MALEFICIO DE LA DUDA
POR AMOR AL ARTE